“Oh hijo mío…
Sabe que cada herida en tu corazón no es una cicatriz, sino una puerta.
Una puerta por la que sale el dolor de ayer, y por la que atraviesa la dulzura de Dios hacia lo más profundo de ti.
Así que no selles tu corazón con la desesperación o la ira, deja sus ventanas abiertas a la misericordia, porque la luz no entra en un alma que ha cerrado sus puertas por miedo… sino en aquella que abre sus heridas para sanar.”
— Yalal ad-Din Rumi