«Esta mañana me dirigí hacia tu altar pensando qué podría darte, oh Señor, que no te pertenezca. ¿Qué ofrenda sería agradable a ti? Entonces caí en la cuenta de que no tengo nada. De que incluso ni siquiera tengo existencia. De que todo es tuyo y de que tú eres lo único que hay. Sin embargo, te ofrecí mi amor, aunque puede que ni siquiera eso me pertenezca, pues tal vez mi amor por ti solo sea un reflejo de lo que tú sientes por mí.»
Del libro: 99 Cuentos y Enseñanzas Sufies. Editorial Almuzara.