Masnaví I, vv. 109–118

Sobre la verdadera música del alma
Escucha el ney, cómo se queja,
cómo canta la separación.
Desde que me cortaron de la caña,
mi llanto hace gemir a hombres y mujeres.

A cada instante busco un corazón
que arda con este dolor.
Sólo quien ha perdido, me comprende; el resto, aunque me escuche, no entiende.

En todo corazón se esconde el deseo de retornar,
de volver a la fuente, al Uno.
El alma del mundo llora en secreto,
buscando su origen.

¡Escucha! El canto del ney es fuego,
no aire; no es sonido, es el aliento de lo invisible que atraviesa todo lo creado.

Rumi