El miedo a Dios: una herencia humana, no divina
La idea de un Dios que castiga no nació del Amor divino, sino del temor humano.
Los pueblos, en distintas épocas, tradujeron lo infinito con los lenguajes que conocían: autoridad, poder, ley.
Así, lo que era “la consecuencia natural de los actos” se interpretó como “castigo”.
Pero en el fondo, incluso dentro del Islam más profundo, el Corán repite que la misericordia de Dios precede a Su justicia.
> «Mi misericordia abarca todas las cosas.» (Corán 7:156)
El sufí lee esa frase y entiende:
no es un Dios que castiga,
sino una presencia viva que guía, corrige con amor, y conduce siempre de regreso al corazón.
El “miedo” en el lenguaje espiritual no es terror
En árabe, la palabra khawf (خوف) —que a veces se traduce como “miedo a Dios”—
significa más bien reverencia, asombro, conciencia de la inmensidad.
Es el estremecimiento de un alma que se da cuenta de que el Amor es tan grande, tan luminoso,
que solo puede inclinarse en humildad.
Los sufíes decían:
> “Temer a Dios no es temer Su castigo,
sino temer perder Su cercanía.”
Ese es un miedo dulce, el que nace del Amor,
como quien no quiere herir a quien ama profundamente.
3. Rumi lo expresó bellamente
> “¿Crees que Dios es el que lanza rayos?
No. Él es la lluvia que te busca cuando ardes de sed.”
Para Rumi, el “fuego del infierno” no es un castigo eterno, sino el ardor de quien se siente lejos de la Fuente y anhela volver.
Es un símbolo, no una amenaza.
4. En verdad, solo hay dos movimientos en Dios: Amor y Misericordia
Todo lo demás son reflejos de cómo la mente humana intenta entender el Misterio.
El sufí madura espiritualmente cuando deja de temer a Dios y empieza a amarle.
Entonces descubre que nunca hubo un Dios castigador…
solo el Amado, esperando ser reconocido.