■ ¿Qué es el Dhikr-e-Sultani y cómo eleva el alma hacia la autoridad divina?
Todo ser humano no está compuesto sólo de carne, huesos y emociones. Dentro de nosotros habitan múltiples almas, cada una con su propia luz, su propio ritmo y su particular conexión con lo Divino. Es como una orquesta interior, donde cada alma toca una melodía diferente de los Nombres de Allah.
Pero hay una entre todas —el Corazón Espiritual (Qalb)— que guarda la llave del Ism-e-Dhaat Allah, el Nombre personal de Dios: Allah.
Cuando este corazón se despierta con ese Nombre sagrado, comienza a vibrar con energía divina. Las demás almas lo siguen, una por una, recordando cada una un Nombre de Allah según su propia conexión. Pero entonces llega un momento especial, un punto de inflexión que no todos reciben como bendición…
Si Allah quiere elevarte más alto, otorgarte un trono en el Reino del Recuerdo Divino (Dhakooriyat, explicado anteriormente), Él te concede el Dhikr-e-Sultani.
Y Sultani significa autoridad: el recuerdo que porta el poder y la majestad de la Realeza Divina.
Ahora, abramos lentamente este secreto…
Dentro de tu pecho existen cinco Lataif o sutilidades: Qalb (Corazón), Ruh (Espíritu), Sirri (Secreto), Khafi (Oculto) y Akhfa (Lo Más Oculto), cada una espiritualmente vinculada con un Gran Mensajero: el Profeta Ibrahim, el Profeta Musa, el Profeta Isa y, en última instancia, el Profeta Muhammad ﷺ.
Cada una de estas sutilidades recuerda el Nombre de Dios que fue asignado a su respectivo Profeta.
Por eso, un discípulo no puede forzar la entrada de cualquier otro Nombre en esos lugares sagrados: necesita permiso.
Ahí entra el Guía Espiritual (Murshid). Él presenta tu caso ante el Profeta Muhammad ﷺ, pidiendo que tus Lataif sean liberadas de la conexión espiritual (Mashrab) de los otros profetas y que seas entregado completamente al Profeta Muhammad ﷺ.
En ese instante ocurre algo de una bendición extraordinaria:
Los Profetas, en toda su majestad, son preguntados por Allah si tienen alguna objeción a esta transferencia. Todos, con amor, se retiran, sabiendo que quien ahora posee tu corazón es el Amado de Allah —Muhammad ﷺ.
Entonces el alma de esa persona se convierte en oro puro: refinada, radiante y conectada únicamente con la Luz de Muhammad ﷺ.
Las Lataif que antes recordaban los Nombres Divinos de Moisés o de Jesús ahora comienzan a pronunciar un solo Nombre: Allah, el Nombre personal de Dios.
Cuando las siete Lataif —incluyendo el Nafs (yo inferior) y el Ana (yo superior o ego)— se unen en este recuerdo, ese estado se llama Dhikr-e-Sultani.
Entonces resuena en las cámaras del alma el verso del Qur’an (73:8):
> وَاذْكُرِ اسْمَ رَبِّكَ وَتَبَتَّلْ إِلَيْهِ تَبْتِيلًا
“Recuerda el Nombre de tu Señor y sepárate de todo lo demás, porque tu Señor te basta.”
Este verso, queridos lectores, no es para el principiante, sino para quien ha alcanzado el nivel real del Dhikr-e-Sultani, donde sólo Allah permanece.
Pero no pienses que es un curso de fin de semana. Activar todas las Lataif lleva años de amor, paciencia y pulimento espiritual.
Sólo el Corazón Espiritual tarda unos tres años en madurar.
Se cuenta que Sayyiduna Bayazid Bastami (r) pasó 12 años en los bosques sólo para recibir permiso para la activación de su corazón.
Mi maestro solía decir:
> “No permito a nadie entrar en el sendero espiritual hasta que haya obtenido el permiso de Allah para él.
Si su corazón ha sido revivido, eso significa que Allah lo ha aceptado.”
Esa es la diferencia entre quien vaga y quien es invitado. Algunos llaman durante años, otros son recibidos el primer día.
Cuando el corazón comienza a recordar, algo sucede: el alma empieza a viajar.
Recuerda el hermoso verso del Qur’an (3:191):
> الَّذِينَ يَذْكُرُونَ اللَّهَ قِيَامًا وَقُعُودًا وَعَلَىٰ جُنُوبِهِمْ
وَيَتَفَكَّرُونَ فِي خَلْقِ السَّمَاوَاتِ وَالْأَرْضِ
> “Aquellos que recuerdan a Allah de pie, sentados y recostados, y que reflexionan sobre la creación de los cielos y la tierra.”
La palabra وَيَتَفَكَّرُونَ (yatafakkarūn) no significa simplemente “pensar”, como muchos traducen, sino Fikr, un ejercicio espiritual —una forma de meditación trascendental— donde las sutilidades abandonan el cuerpo y viajan hacia sus estaciones celestiales.
Por eso Hazrat Ali (رضي الله عنه) dijo:
> “Un solo momento de verdadero tafakkur es mayor que toda la adoración combinada de los humanos y los genios.”
Porque ese “momento” no se pasa pensando, sino viajando.
Abramos ahora otra puerta secreta del Qur’an, una que sólo los Shayukh de la Verdad han explicado:
En el Qur’an (4:103), Allah ﷻ dice:
> فَإِذَا قَضَيْتُمُ الصَّلَاةَ فَاذْكُرُوا اللَّهَ قِيَامًا وَقُعُودًا وَعَلَىٰ جُنُوبِكُمْ
“Y cuando tu oración se haya invalidado, recuerda a Allah de pie, sentado y recostado.”
La mayoría de los clérigos dicen que qadha significa “oración perdida o retrasada”.
Pero los Shayukh de Haqiqah explican que qadha aquí significa:
“Cuando tu Salat ya no llega a Allah.”
Cuando la oración se vuelve seca, vacía y mecánica, Allah dice:
“Aprende el recuerdo que te mantiene conectado incluso cuando estás de pie, sentado o recostado”:
el Dhikr-e-Qalb, el Recuerdo del Corazón.
Y entonces el Qur’an dice:
> “Cuando tu corazón halle paz en el recuerdo de Allah, establece la oración.”
En resumen: Primero Dhikr, luego Salat.
Porque cuando el Nombre de Allah se asienta en tu corazón, tu oración revive.
Nuestro Shaykh lo expresó bellamente:
> “Primero trae el Nombre de Allah a tu corazón; cuando el recuerdo de Su Nombre se establezca allí, él mismo te impulsará a orar.”
Eso es Dhikr-e-Sultani: el viaje de las palabras a la vibración, de los labios a la luz, de la imitación a la intimidad.
No es sólo un recuerdo; es convertirse en vasija de la Autoridad Divina.
Tu corazón se vuelve un trono donde reina el Nombre de Allah.
Y cuando eso sucede, todo dentro de ti —tu cuerpo, tu mente y tu alma— comienzan a proclamar una sola cosa:
“Allah… Allah… Allah…”
اَللّٰهُمَّ صَلِّ عَلَىٰ مُحَمَّدٍ وَّعَلَىٰ اٰلِ مُحَمَّدٍ
● FJ 4.11.25