■ ¿Cuál es la amistad oculta entre la energía y el alma?
Mis queridos lectores, todo este tema de la energía y el alma suena muy pesado, pero créanme, cuando lo abren de una manera amigable, se vuelve tan simple como cuando tu madre dice: “Hijo, tráeme la cuchara de la cocina”, y tú mágicamente la entiendes incluso sin palabras. El alma también habla así, en silencio, con cortesía, con respeto… y a veces un poco dramáticamente, como un verdadero sufí.
La ciencia dice que todo es energía. Incluso si algo desaparece, en realidad no “muere”; simplemente se cambia de ropa. Un día la materia viste un kurta, al día siguiente se pone un sherwani y se convierte en energía. Simple.
La espiritualidad sonríe a la ciencia y dice: “Sí, esa misma energía, cuando se vuelve refinada y pura, la llamamos… Rūh.”
Ahora imagina al Rūh como un huésped muy sabio y muy tímido dentro de ti. Lleva conocimiento, ideas, sentimientos, inspiración. Y estos pensamientos viajan como señales invisibles de Wi-Fi. Pero aquí viene el punto de giro…
Si tu antena interna no está encendida, esas señales siguen diciendo:
“¿Hola? ¿Hola? Probando 1, 2, 3…”
y tu mente responde: “Perdón, estoy cargando.”
Incluso los ángeles a veces tienen problemas de red con nosotros.
La respiración tiene dos direcciones. La inhalación baja, la exhalación sube. Pero detrás de este simple movimiento de subir y bajar hay todo un sistema de ascensor espiritual.
Algunas respiraciones te llevan hacia el mundo exterior, significando: “¿Qué están diciendo las personas? ¿Qué pasa en el teléfono? ¿Hervió el té?” Estas son las respiraciones shauri – respiraciones conscientes.
Las respiraciones más profundas, las que viajan en silencio dentro de la cueva del corazón, son las respiraciones la-shauri. Allí viajan los secretos, allí se esconde la intuición, allí nacen los sueños, allí Allah planta suavemente inspiraciones como un jardinero que planta una rosa silenciosa.
Cuando la inhalación va profunda, tu mundo exterior se vuelve silencioso.
Cuando la exhalación sube a la superficie, tu mundo interior se vuelve silencioso.
Por eso los sufíes dicen: “No puedes llamar a la puerta del universo hasta que aprendas el idioma de tu propia respiración.”
Cuando la mente se vuelve quieta y la respiración entra en ese movimiento ascendente, el alma empieza a enviar mensajes más claros. De repente, tu antena interna se vuelve fuerte. La red se llena de barras, mashAllah. Incluso Shaytán ve la conexión y se pone celoso, diciendo: “Astaghfirullah… ¡este tipo actualizó su Wi-Fi espiritual!”
En este punto, la concentración se vuelve poderosa.
Tu atención se vuelve aguda. Tu corazón se vuelve calmo.
Y tu mente se vuelve como un estudiante bien educado frente a un Murshid, escuchando correctamente, sin soñar despierto con biryani.
Cada ser humano tiene una antena incorporada, pero la mayoría de las personas la tratan como una radio vieja: nunca sintonizada, siempre llena de polvo, funcionando solo durante Ramadán.
Esta antena se activa solo cuando tu atención se reúne en un solo lugar.
Dispersa tu atención y la antena se vuelve como:
“Renuncio. Regresa cuando estés serio.”
Pero cuando te sientas en silencio, respiras suavemente y dejas que tus pensamientos desciendan hacia dentro, de repente captas señales…
ideas, intuición, destellos de entendimiento, sentimientos espirituales – todos viajando sobre las “ondas” de la respiración.
Esto es energía. Esto es el alma.
Esta es la amistad silenciosa entre tu interior y el vasto universo.
A veces una persona dice: “No puedo concentrarme durante el zikr.”
El sufí responde: “Entonces concéntrate en por qué no puedes concentrarte.”
Y la persona se ríe, porque esa sola línea ya comienza la concentración.
Mis queridos lectores, el camino para entrar en el mundo interior del universo no se encuentra en los libros, no se encuentra en las bibliotecas, no se encuentra en Google.
Está escondido en un lugar muy simple: tu respiración.
Cuando aprendes el movimiento ascendente de la respiración, cuando tu mente se calma, cuando la atención se reúne, de repente tu corazón se convierte en una pequeña ventana que se abre hacia el gran universo.
Allí brilla el alma. Allí susurra la energía. Allí Allah ﷻ envía la luz.
Que Allah haga benditas nuestras respiraciones, afiladas nuestras antenas, suaves nuestros corazones, y despiertas nuestras almas.
Amén.
اَللّٰهُمَّ صَلِّ عَلَىٰ مُحَمَّدٍ وَّعَلَىٰ اٰلِ مُحَمَّدٍ ● FJ 21.11.25