¡Cuando contemplo tu rostro las piedras empiezan a dar vueltas!
Apareces, y se esfuma toda capacidad de estudio.
Pierdo mi ubicación.
El agua se torna perlada.
El fuego se aplaca y no destruye.
En tu presencia ya no quiero lo que creía
Querer, esas tres pequeñas lámparas colgantes.
Dentro de tu rostro los manuscritos antiguos
Parecen espejos oxidados.
Respiras. Surgen nuevas formas
Y la música de un deseo tan expandido
Como la Primavera empieza a moverse
Como una gran carreta.
Conduce lentamente.
¡Algunos de los que caminamos a los lados
somos cojos!
- Rumi