Cuento.....

Esta charla está dirigida a los que tienen necesidad de palabras. El que comprende sin palabras, ¿qué necesidad tiene de discursos? Estos cielos y esta tierra son palabras para el que comprende y han sido creados mediante palabras: «¡Sea! Y fue». Así pues, para el que entiende lo que se le dice en voz baja, no hay necesidad de alboroto ni de gritos.

Un poeta que hablaba árabe, llegó al palacio de un rey. Este rey era turco y no sabía ni árabe ni persa. En su idioma, el poeta compuso un elocuente poema en árabe y se dispuso a declamarlo. El rey estaba sentado en su trono. Ante él, los miembros del gobierno compuesto por visires y emires, como era lo acostumbrado. El poeta permaneció en pie frente a ellos y cocomenzó a recitar sus versos. En cada pasaje que merecía su aprobación, el rey movía la cabeza y si había que asombrarse, le miraba maravillado. Cuando había que ser modesto y extraer una enseñanza, prestaba especial atención. Los cortesanos estaban estupefactos: «Nuestro rey no sabe una palabra de árabe. ¿Cómo puede mover la cabeza en el momento adecuado? ¿O sabe árabe y nos lo ha ocultado durante estos años? Si le hemos dicho alguna palabra descortés en árabe, ahora nos puede sobrevenir el castigo». Este rey tenía un paje favorito. Los cortesanos se reunieron y le dieron un caballo, una mula y algo de dinero y se comprometieron a darle otros regalos. Le dijeron: «Infórmanos. ¿Sabe árabe o no? Y si no lo sabe ¿cómo puede mover la cabeza en el momento adecuado? ¿Es un prodigio o una inspiración?».
Un día de caza, aprovechando el buen humor del rey después de una buena jornada, el paje le preguntó si sabía árabe. El rey se echó a reír y le dijo: «Dios es testigo de que no sé árabe. Pero si movía la cabeza y expresaba mi admiración donde era conveniente, era porque la intención de aquel poema estaba clara». Es evidente que el poema era producto de la intención. Sin intención, el poema no habría sido compuesto. La dualidad desaparece con la intención.
La dualidad concierne a lo accesorio, la raíz siempre es una.

Fihi ma fihi, 6
Jalaluddin Rumi
Editorial Sufí