Miré en las cruces de cada iglesia, pero Él no estaba allí.
Peregriné a los templos de la India y a los santuarios de China, pero Él no estaba allí.
Busqué en los montes de Herat y Candalar, pero Él no estaba allí.
Escalé la lejana cumbre del Qaf
y sólo hallé el nido del Fénix vacío.
Visité la Kaaba, pero Él no estaba en ese turístico lugar entre jóvenes y viejos peregrinos.
Leí los libros de Avicena, pero Su sabiduría eludió toda palabra.
Llegué a lo más alto del trono
a dos codos de distancia, pero Él no estaba allí.
Entonces miré en mi propio corazón y allí Le encontré:
No estaba en ningún otro lugar.
Rumi